miércoles, 27 de mayo de 2009

A un muchacho de mi pueblo

                                                                 (A Roque Máximo 
                                                                Cabrera, “Chirú”).
Hay en mi pueblo un muchacho
que es trabajador y bueno;
aunque, a veces, muy borracho,
por las calles puede verlo.
Él nunca molesta a nadie,
de todos es compañero...
el pueblo entero lo quiere,
porque él es parte del pueblo.
Más de una vez por la calle
con su cajón me lo encuentro;
lustrando un par de zapatos
para ganar unos pesos.
Junto a la puerta de un bar,
abrazado a su cajón,
todos lo verán durmiendo.
Si hay una fiesta importante,
llegará de los primeros;
y después de algunos vinos,
habrá de cantar contento.
Si es verano vestirá,
un saco largo, hasta el suelo
y andará de camiseta,
casi seguro, en invierno.
Mas, puede tener por cierto,
que con los fríos más intensos,
dormirá en un vereda
el más feliz de los sueños.
Hace tiempo está orgulloso
porque ha llegado a ser dueño
de una humilde bicicleta,
que cuida con gran esmero.
Con ella va a todos lados,
recorriendo el pueblo entero;
tiene una alegría tan grande
que no le cabe en el cuerpo.
Le han regalado una foto,
que guarda como un trofeo.
Se la enseña a todo el mundo.
Éste soy yo, va diciendo.
Pasa con la pala al hombro,
pedaleando con denuedo,
va a limpiar una vereda,
un jardín, o algún terreno.
Mientras está trabajando,
para ganar el sustento,
al compás de la herramienta,
canta feliz y contento.
Les he mostrado un muchacho,
un muchacho de mi pueblo.

Arias, Córdoba, Argentina.

1976

No hay comentarios:

Publicar un comentario