(A Laura Macedo,
en sus quince años).
Divino mecanismo de la vida,
preludio de amor y flores nuevas,
renacer de pujantes primaveras
diciendo adiós a la niñez cumplida.
Etapa de sueños e ilusiones,
habitada de angustias y alegrías;
percibiendo extrañas sensaciones
que saldrán a tu encuentro cada día.
¡Quince años!, edad maravillosa.
Natural evolución del propio ser;
cuando el capullo se convierte en rosa,
cuando la niña pasa a ser mujer.
Muchachita, que flores y poesía
embriaguen con su exquisita esencia,
la fresca candidez y la inocencia
de cuando eras mi niña todavía.
Arias, Córdoba, 09-07-1999.
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