(Leída por el autor ese año
en la Misa del Inmigrante).
abandonaste un día
la geografía que te dio la vida.
Lejos quedaron fiordos y sabanas,
campos, ríos, estepas y montañas.
Pusiste proa hacia el futuro incierto,
fue tu nave, la utopía de un sueño;
arribando a esta, nuestra tierra,
madre amorosa que te acogió en su seno.
Fuiste sabio y experto consejero,
pródigo de bondad, ejemplos y palabras.
Cimentando con tu coraje y sangre
la grandeza esencial de nuestra raza.
Y luchamos unidos, codo a codo,
compartiendo las buenas y las malas;
-circunstancias eventuales de la vida-.
Canciones, risas, llantos y plegarias.
¡Cuánto tiempo pasó! cuesta creerlo...
Inmigrante, ¡nos entregaste todo...!
Somos hijos de tu estirpe laboriosa,
sacrificios, anhelos y esperanzas.
Y hoy queremos, en apretado abrazo,
decirte simplemente: ¡muchas gracias!
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