jueves, 28 de mayo de 2009

Caminos...

Líneas débiles, apenas perceptibles,
o surcos profundos en la tierra,
semejan fantasmales “ríos sin agua”…
Cauces secos del trajinar humano,
que intactos, por milenios, se conservan.
Ligeras, pero indelebles huellas de los pasos,
indicios latentes de pisadas ciegas.
Existencias efímeras, arrastrando penas y alegrías,
testimonios implacables de dichas y tristezas.
Hablan, con voces insonoras…
Susurran, cuchichean y comentan…
De tiempos lejanos, o no tanto…
De pastores, transeúntes y poetas.
Dicen que conocieron a las Ninfas,
las míticas musas del Poema…
Dicen… dicen que por allí pasaron,
acompañando al soñador, eterno impenitente,
orate trovero de luna, cielo, mar y tierra.
Fantástico inventor de un mundo de quimeras.
Caminos… ¡Cuántos caminos…!
Muchos… sin destino común,
exploran horizontes paralelos.
Otros, se unen, bifurcan, entrecruzan.
Sin ton ni son, ¿adónde llevan…?
¿Habrá alguno, tal vez,
con destino al Amor, la Vida, la Esperanza
La Paz, -feliz culminación del Todo-,
sin lágrimas, rencores o tristezas?
Si lo puedes hallar, amada mía…
¡Apresúrate…! ¡Dímelo pronto!
Así lo tomo… Necesito tanto
amarrar la frágil barca de mi alma
al dulce y calmo puerto de tu pecho…
Sin tifones, tormentas ni borrascas.
Te ruego… ¡Señálame el Camino!
Tú guías mi vida como nadie.
Enciende el faro de tus bellos ojos…
Y en la apacible bahía de tu corazón
podré anclar la frágil barca de mi sangre.
En el seguro refugio de tus pequeñas manos
hallaré la paz, la tan ansiada calma.
Y al fin, lejos de sendas y caminos…
Recluido en ti, sin dejar rastros…
Feliz, mi amor… ¡Descansará mi alma!

Arias, 14 de mayo de 2006 22:27 Hs.

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