Llegaré, desmayado de pasión
junto a la reja de tu ventana.
Para dejarte, rendido, el corazón,
y encendida de amor, la serenata.
Trémula estarás, pájaro herido;
la sonrisa rondando por tu cara,
al escuchar como te nombra,
desfallecida, la voz de mi guitarra.
Te buscaré, febril, toda la noche;
y al encontrarte, al fin, llegando el alba;
cuando la flor se embriaga de rocío
borracha de amor, tendrás mi alma.
De rodillas ante tu altar divino,
naufragaré en el mar de tu mirada;
y en el sagrado cáliz de tu boca
mi sed de amor he de saciar por la mañana.
Arias, Córdoba
13 de mayo de 2005 19:33 Hs.
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