jueves, 28 de mayo de 2009

Dolor

Me golpea en forma persistente,
metafísico dolor dentro del pecho,
viendo la indiferencia de la gente,
incólume e inmutable ante los hechos.
¿Nadie advierte al pasar desamparados
a esos niños con cara de inocencia?
¿O sordos, tal vez, se habrán quedado,
y no escuchan la voz de la conciencia?
Me duelen el derroche y la opulencia,
sin equidad, entre pocos compartida;
también el hambre, el frío, la indigencia;
heredada por muchos en la vida.
Duele ver, del obrero, la fatiga.
Explotación del hombre por el hombre.
¿La esclavitud no estaba ya abolida?
¿O simplemente le han cambiado el nombre?
Duelen: la cruz, los clavos, las espinas,
coronando tu frente de Dios bueno.
La mano artera, que el pecho te lastima;
cruel e insensible, ante el dolor ajeno.
Duele observar el rumbo que seguimos,
tras tu pasión y cruento sacrificio.
Ver nuestra corrupción y nuestros vicios;
y comprender lo poco que aprendimos.
Si obstinados o necios, no seguimos,
la enseñanza de amor que nos dejaste;
me acongoja saber que te inmolaste
y nosotros jamás lo merecimos.

Arias

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