jueves, 28 de mayo de 2009

El nido soñado

                                                              (A mis vecinos, los abuelos  del "Hogar
                                                                  Santa Rosa, Tercera Edad").

Doy gracias al cielo por haber vivido,
muy reconfortado me puedo sentir.
Un corazón noble, bien agradecido,
transita este mundo, contento y feliz.
Vagaba yo triste, perdido ya el rumbo,
sin tener amigos, a quien recurrir,
y un hogar cristiano, con amor profundo,
me acogió en su seno, se apiadó de mí.
Recibí el cariño, el calor de hermanos,
tendieron sus manos, buscando las mías...
Compartimos todo... penas, alegrías...
Los días, las noches, se pasan volando...
y en las madrugadas, despierto y llorando,
me digo contento tengo una familia.
Una gran familia, sin madre ni padre,
pero sus cuidados, siempre los tenemos.
hay seres piadosos, sensibles y buenos,
que rondan de noche, velan nuestro sueño,
nos brindan cariño, abrigo y sustento,
curan nuestros males, si estamos enfermos,
vigilan pacientes nuestros pasos lentos
y en el laberinto de los años idos,
suelen ayudarnos a encontrar recuerdos.
¡Qué linda es la casa! Esta que tenemos.
Otra, grande, hermosa, donde todo es nuevo,
bella y reluciente, además de nuestra...
Sólo espera el día en que la habitemos.
Gente luchadora trabajó en silencio;
dejó en ella el alma, sin medir esfuerzos,
para darle albergue a tantos abuelos.
Construyó este nido... casi... casi un sueño.
¡Hogar Santa Rosa! Para siempre nuestro...
¡Hogar Santa Rosa...! ¡¡Cuánto te queremos!!

(No recuerdo el año, debería buscar; tengo una foto hermosa que entregaron el día de la inauguración. En dicho acto leí este poema y se lo entregué a los abuelos)

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