lunes, 8 de junio de 2009

Las moneditas


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                                               (A un hecho, lamentablemente, real.).

Flotaban en el aire
los rizos de sus cabellos.
Se reflejaban en ellos,
radiantes rayos de sol.
Todo un mundo de ilusión
asomaba en su carita.
Con la mano apretadita,
cerquita del corazón.
La mano muy cerradita,
cerquita del corazón...
¡todo un mundo de ilusión,
esas cuatro moneditas!
María Eugenia, la niñita,
va hasta el quiosco de la esquina;
a comprarse golosinas
con aquellas moneditas.
María Eugenia, cuatro añitos...
está cruzando la calle...
la madre a buscarla sale,
de su entraña brota el grito.
¡María Eugenia! ¡Cuidado!
desgarrador el acento.
Materna advertencia, inútil...
vibrando quedó en el viento.
Desesperada maniobra,
vano, doloroso intento.
Sollozando... demudado...
el rostro del camionero.
Impotentes sus esfuerzos
ante el hecho sin remedio.
La vida huye de la niña
de los dorados cabellos.
Su almita pura, inocente,
ya emprendió el viaje hacia el cielo.
La madre, arrodillada, enloquecida,
llorando su desconsuelo.
T rodando por el suelo
de la abierta manecita,
esas cuatro moneditas,
para comprar caramelos.

Arias, 1978.

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